En la historia
del hombre siempre se han observado formaciones de grupos según su raza, su
nación, sus intereses políticos, como una forma de encontrar una identidad. El
problema planteado en este trabajo es como se manejan las minorías, dentro de la sociedad y
del consultorio en particular. ¿Es posible encontrar los mismos problemas que presenta
una sociedad dentro del consultorio? ¿Cómo se forman grupos dentro de una
sociedad? ¿Y que sentimientos despierta el pertenecer o no a uno de estos? Se
explicarán tanto las reacciones del analista hacia su analizado como las
reacciones del analizando hacia el analista y como estas pueden truncar o
favorecer el tratamiento.
La dinámica de la sociedad inevitablemente se
mostrará en la dinámica intrapsiquica, en las interacciones interpersonales,
dentro y fuera del consultorio clínico. Por lo que se tiene que tomar en cuenta
el mundo social para predisponer al
análisis a tomar en cuenta algunos patrones de discriminación, racistas y
clasistas en la sociedad.
Empezando por
la sociedad, el hombre tiende a construir grupos, grupos religiosos o de
nación, esto para manejar las diferencias y las similitudes. Grupos raciales,
basados en características físicas, basados en quienes “son como yo “ y quienes
son “diferentes a mi”, esto da seguridad, seguridad de estar dentro de lo familiar
y lo conocido. Foucault (1980) argumentaba que dentro de la sociedad toda
dicotomía establece una jerarquía. Desde este punto de vista, establecemos
dicotomías de raza y genero, poniendo categorías unas arriba de otras con el
propósito de dominar y controlar. En varios experimentos psicológicos, se
observa como el tener una figura de autoridad propicia la violencia sobre aquel
que tiene una jerarquía más baja. (The Stanford Prison Experiment 1970).
Así el tomar un rol de autoridad y de jerarquias puede aumentar el
sadismo. “la ley del más fuerte”.
Erikson (1950)
propone que una parte importante de la formación de la identidad es la
identificación con su propio grupo y la exclusión de los demás grupos. El color
de la piel es un símbolo concreto de la diferencia racial. Ser parte de una
minoría representaría entonces identificarse con aquellos que son rechazados y
aislados, lo cual desencadena un sentimiento de tristeza y de no sentirse
perteneciente a ningún lugar. Así una persona que crece en un ambiente de
segregación y discriminación podrá presentar en un futuro, baja autoestima,
apatía, desconfianza, problemas en el manejo de la agresión y orientación al
placer inmediato (Leary, 1995).
Los humanos
hemos crecido entre el amor y el odio, introyectando dichos afectos, luchamos
por mantener las relaciones amorosas tratando de deshacernos de todo lo
destructivo dentro de nosotros proyectándolo en los demás.
El mestizo
proyecta en el negro o el indígena todo lo “malo” , la explotación, la
criminalidad, el dolor y los impulsos tanto sexuales como agresivos. A su vez
los negros e indígenas pueden identificarse con lo proyectado, esto es lo que
llamamos racismo. “nombrar una diferencia no es solo nombrar una identidad, si
no también crearla.” Dalal
El hombre
tiende a perseguir cuando es poderoso y a proyectar cuando es vulnerable. Y el
racismo es ser el objeto de proyecciones y atribuciones toxicas, por lo que de
alguna forma la discriminación se dará más entre minorías, ya que se sienten más
vulnerables.
Hay al menos
tres formas de pensar la discriminación: White, K (2002)
-
el ser rechazado: ser el objeto de
proyecciones negativas y atribuciones destructivas
-
rechazar el Self: internalizar lo
destructivo, las proyecciones y atribuciones destructivas resultando así el
propio self rechazado
-
Rechazar al otro: re-externalizar las
proyecciones malignas y ver al objeto con extrema hostilidad, lo que podría
llevar a la violencia y la destrucción del otro.
Es importante
hacer consciente al paciente sobre estas proyecciones como una forma de
poderlas sobre llevar.
Un terapeuta que
no ha trabajado lo suficiente sus propias proyecciones de aspectos negados de
su personalidad como puede ser la mezcla de sus orígenes o sus nucleos
homosexuales, mostrará su rechazo ante pacientes con estas características. Por
lo que puede caer en actuaciones de tipo sádicas, como olvidos,
interpretaciones violentas, postura rigida etc.
Viéndose a si
mismo a través de los ojos del paciente, el terapeuta puede tener la fantasía
de haber perpetrado dichos crímenes. Inconscientemente, esta situación puede
evocar el sadismo del analista y el miedo a la retaliación. Así el terapeuta
puede reaccionar tratando de reparar al paciente, disminuyendo honorarios,
alargando el tiempo de sesión, siendo extremadamente cuidadoso con las
interpretaciones, pues sabe que su paciente y los que lo rodean ha sufrido
actos discriminatorios por parte de la sociedad.
Otro sentimiento que nos lleva a actuar es la
culpa por ser envidiado. En estos casos los honorarios pueden convertirse en un
problema también, ya que cuando la persona no este pagando, uno como analista
puede llegar a sentirse culpable al cobrarlos, por ser el paciente el que está
en una situación “minoritaria”. Y el paciente puede llegar a sentirse abusado,
al pagar las sesiones a las que no asiste, pues supone al terapeuta en una
posición “privilegiada” sobre la suya.
La imagen
denigrada que el paciente puede tener sobre el mismo, muchas veces harán que el
terapeuta sienta la necesidad de actuar o experimente esta sensación de ser devaluado
a su vez por el paciente.
Es importante
estar pendientes de la contratransferencia que pueden despertar en nosotros
pacientes que consideramos en condiciones “desventajosas” para poderlo poner en palabras, pues es
probable que él esté sintiendo lo mismo.
El paciente
puede estar buscando la desaprobación y el enojo del terapeuta al igual que
busca su aceptación y su comprensión. Y el terapeuta puede estar sintiendo
vergüenza frente al paciente ya que el representa el “grupo social” al cual el
paciente no puede entrar “los blancos, privilegiados”, por lo tanto es el que
lo rechaza y lo discrimina. Si esto se pone en palabra, si en nombrado deja de
ser un elemento aislado que trunca el tratamiento.
Si no podemos
comprender el daño que se ha hecho en la historia del hombre no podemos
trabajar constructivamente con una persona perteneciente a otro grupo racial
distinto al nuestro, ya que nos abstendremos de interpretar por miedo a dañar,
o incluso negar la diferencia de color. Cierra la puerta para hablar del
racismo existente y su impacto en la vida del paciente, no se trata de sentirse
culpable o pedir disculpas, o incluso querer reparar, se trata de poderlo
analizar e interpretar. Griffith (1977) y Franklin (1990) recomiendan que el
terapeuta explore como se siente el paciente en cuanto a trabajar con un terapeuta
con características distintas a las suyas.
Karoo y
Vandenbos (1981) sostienen que habrá una resistencia por parte del paciente con
“la cara blanca” del terapeuta, lo cual despierta enojo ya que el ha sido
herido por personas con estas caracteristicas, siendo victima de la
discriminación. El terapeuta debe esperar esto y hacerlo explicito, aclarar que
espera que el paciente este enojado con el por tener una cara blanca, y que eso
es entendible, dado el dolor innecesario al cual el paciente ha sido expuesto
por ser negro o indígena.
Piderhuges
(1973) señaló ciertas resistencias más típicamente encontradas en psicoterapia
con pacientes negros que con pacientes blancos. Estos incluyan la negación de
problemas, sentimientos paranoides, silencio, reclamos de ser victimas pasivas,
tardanza en los horarios y los honorarios, cancelaciones y terminación
prematura del tratamiento. Aunque esto se puede atribuir al hecho de no ser de
la misma raza que el analista, el paciente siempre se sentirá más cómodo si se
siente identificado de alguna forma con su analista.
De alguna
forma el psicoanálisis se olvida de la pobreza, la opresión y la
discriminación, está reservado para unos cuantos, es un privilegio. Creo que
hay un punto ciego en este sentido, ya que hay un mínimo a pagar por consulta,
y ésta tarifa es muchas veces inalcanzable para los habitantes de esta gran
ciudad. Con la existencia de una clínica, en la cual los honorarios a pagar son
bajos, esta oportunidad se abre, pero queda el riesgo de que el paciente no se
sienta lo suficientemente valioso ya que no puede pagar lo que el análisis
realmente vale, lo cual hace surgir una vez mas el sentimiento de ser la clase
no privilegiada, la clase oprimida. Ligando así el valor personal, con los
privilegios y con el dinero.
De cierta
forma lo más importante dentro de un tratamiento donde difieren las razas son
los atributos y actitudes del terapeuta como la empatía, el ser genuino, la
aceptación incondicional pero sobre todo la interpretación.
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